lunes, 23 de septiembre de 2013

Los jóvenes y la política: El movimiento #YoSoy132

*En co-autoría con Pedro Flores Crespo (INIDE/UIA).

En esta ocasión, Observatorio Ciudadano de Educación pone a discusión un tema que ha ocupado los medios de comunicación en los dos últimos meses y que nos ha hecho reflexionar sobre el futuro de nuestra democracia: El papel de los jóvenes en la política y el surgimiento del movimiento #YoSoy132.
La movilización de los jóvenes, la mayoría de ellos estudiantes universitarios, le imprimió un tono muy distinto a un proceso electoral poco atractivo y que parecía definido de antemano. Los jóvenes capitalinos y de otras ciudades de la República se encargaron de poner en entredicho el papel de los medios de comunicación masiva en las elecciones, la forma de gobernar de algunos políticos y la necesidad de que los ciudadanos contemos con información transparente y objetiva. No pocos comunicadores, políticos, académicos, intelectuales y medios han reconocido la labor de los jóvenes y por ello, es necesario conocer más de este grupo de la población mexicana.

Identidad juvenil en formación

Corrientes del pensamiento contemporáneo como la contracultura y el posmodernismo han sugerido caracterizaciones y caricaturizaciones de los jóvenes que deben ser revisadas. Mientras los contraculturales ven a los jóvenes como los transgresores sociales por excelencia (los rebeldes inconformes del estatus quo, que representa la hegemonía adultocéntrica), los posmodernos los describen como entes pasivo-estatistas, sublimados y cuasi-hipnotizados por la asfixiante presencia de tecnología en sus vidas. Ambas concepciones han propiciado que en el imaginario actual se aplique ampliamente la idea del joven como el rebelde o el zombie, y casi nunca la del ciudadano del mundo con ideas y capacidades producto de la reflexión y la crítica (Heath y Potter, 2004; Lipovetsky, 2006).
Las visiones contraculturales y posmodernas parecen empezar a ser cuestionadas a partir de las movilizaciones políticas que los jóvenes universitarios están conduciendo no sólo en México, sino en distintas partes del mundo. Surgidas de la red mundial Internet, diversas demostraciones de rechazo y protesta han hablado en contra de la desigualdad, de las asimetrías de poder y privilegios de unos cuantos para refrescar el discurso sobre la democracia, identidad y desarrollo (Sosa, 2012). Ahí tenemos a la Primavera del Jazmín, los movimientos Occupy, las protestas estudiantiles sudamericanas, los indignados españoles y ahora en México, el movimiento #YoSoy132 que se ha encargado de manifestarse en contra de la monopolización de los medios, de la corrupción, del actuar de los políticos y de la falta de una democracia participativa.

El México del joven #YoSoy132
Un joven que participa en el movimiento #Yo Soy132 no vivió la época en que el presidente de la república era el “señor todopoderoso”, pero quizás sí recuerda imágenes de los asesinatos de políticos priístas, el alzamiento zapatista y las consecuencias de la terrible crisis económica de 1994. Ese joven rondaba los 10 años cuando escuchó que México iba a ser plenamente democrático porque el PRI estaba fuera de Los Pinos y que llegaba el “gobierno del cambio” encabezado por un político no tradicional: Vicente Fox Quesada.
A los quince años, ese joven seguramente presenció la polarización social y política que causaron los principales actores políticos en la campaña presidencial de 2006 y luego escuchó la palabra “fraude”, la cual ha sido utilizada recurrentemente en la historia política y electoral de México. Su sorpresa quizás fue mayor cuando por televisión vio que todos se declararon vencedores de la contienda electoral, aunque sólo uno pudo ceñirse la banda presidencial entre empujones y jalones de los legisladores.
El joven del movimiento #Yo Soy132 ha vivido este sexenio entre las noticias de las crisis económica mundial, el desempleo, los ninis, las impactantes imágenes de los “operativos” militares, las “daños colaterales” y la creciente intromisión de los medios de comunicación masiva en la arena política. Este escenario es terreno fértil para el surgimiento de movimientos de protesta y acción política. #YoSoy132 representa justamente una de esas expresiones que no están de acuerdo con las condiciones de vida que ellos y la población en general tienen. Así que los jóvenes, mucho de ellos universitarios, decidieron organizarse para protestar, en primer lugar, por el estado de cosas y en segundo, para tratar de delinear caminos de solución a los problemas que nos aquejan a los ciudadanos.
Los jóvenes como actores (pero no de telenovela)
En medio de una campaña presidencial poco atractiva, irrumpió en la Ciudad de México un movimiento de estudiantes universitarios que demandaba que no se les tachara de “intolerantes” y “manipulados” cuando, ejerciendo su derecho, rechazaron las propuestas de Enrique Peña Nieto, candidato de la Coalición  Compromiso por México la cual está formada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Como se recordará, Peña visitó el viernes 11 de mayo de 2012 la Universidad Iberoamericana (Ibero) para participar en el foro Buen Ciudadano Ibero.

Recibido en medio de protestas tanto dentro como fuera de la universidad, la presencia del candidato del PRI aquel día en la Ibero distó mucho de los escenarios a los que este estaba acostumbrado: zonas de confort político distantes de la crítica reflexiva que impera en algunos espacios universitarios. ¿Por qué asumir que el ambiente de una universidad puede ser controlado en función de la imagen de un candidato a la presidencia de la república? La protesta nace justamente en ese microcosmos, el cual se vio invadido por personas externas a la Ibero que repartían propaganda priísta y que en muchos casos, según se sabe, ofrecieron dinero a los universitarios para “no hacer preguntas críticas al candidato”. ¿Debe aceptar calladamente un joven universitario este intento de soborno? Intentos como éste fueron lógicamente, descomponiendo el guion de la visita de Peña Nieto en la Ibero.
Después llegaron los choques de jóvenes con personal de seguridad del candidato, que les retiraba sus pancartas de protesta o los quería silenciar. El punto máximo de la protesta ocurrió cuando Peña Nieto asumió la responsabilidad por uno de los actos más violentos de su gobierno en el Estado de México: El caso de Atenco, el cual aún está recibe quejas de demandas por vejaciones a mujeres y violaciones a los derechos humanos.
A su salida del auditorio, Peña Nieto fue fuertemente cuestionado por los jóvenes y por miembros de la comunidad universitaria y ahí acabó el sueño de que la campaña sería tersa y el triunfo fácil. En ese momento, fueron evidentes dos formas de comunicación. Por un lado, el periódico El Sol de México tituló la nota de esta manera: “Éxito de Peña Nieto en la Ibero pese a intento orquestado de boicot" y La Prensa, más animosa declaró, ¡Supera Boicot!; por otro, en las redes sociales (Twitter y Facebook sobre todo), los jóvenes ofrecían versiones distintas a los medios de comunicación tradicionalmente unidos al PRI.

Pero el uso de los medios alineados con la cultura priísta se aderezó con expresiones como la de Pedro Joaquín Coldwell, líder nacional del PRI, quien minimizó y satanizó de inmediato las manifestaciones diciendo que sólo era “un puñado de jóvenes que no son representativos de la comunidad de la Ibero” y que se “asumió una actitud de intolerancia respecto a los planteamientos que hacía nuestro candidato”. Ante ello, el 14 de mayo se difundió en YouTube un video en que 131 jóvenes que habían participado en los eventos del viernes 11 se identificaron como estudiantes de la Universidad Iberoamericana, y con credencial en mano, respondieron a los “políticos y medios de comunicación de dudosa neutralidad”. El boom en las redes sociales fue inmediato, y la dimensión brutal: en videos y tweets comenzó a utilizar la consigna “Yo soy 132[1] para demostrar apoyo y solidaridad hacia los estudiantes de la Ibero, quienes como grupo se constituyeron en un colectivo al que más tarde llamarían Más de 131.

Pluriclasismo y objetivo principal
Al colectivo Más de 131 le siguieron más estudiantes de universidades como el Tec de Monterrey, Anáhuac, ITAM, UNAM, IPN y UAM, el Colegio de México, Instituto Mora, Ciesas. Así el viernes 18 de mayo se convocó a realizar una protesta de las instalaciones de la Ibero a Televisa Santa Fe y del ITAM a Televisa San Ángel, ambas en la ciudad de México. El reclamo principal de estos jóvenes de origen social y económico diverso, era avanzar en transparencia informativa, así como demandar que el debate entre los candidatos fuera transmitido en cadena nacional. Con estas demandas circulando por todos los medios, el 19 de mayo se organizó la primera marcha contra el candidato Enrique Peña Nieto, la cual pese a tener una convocatoria socialmente abierta, fue encabezada en su mayoría por los jóvenes.
El éxito de estas manifestaciones, la cobertura mediática que logró, el fortalecimiento y unión entre grupos estudiantiles de la capital y de diversos estados de la república, dieron pie a que se comenzara a hablar de una Primavera Mexicana (en alusión a la Primavera Árabe o Primavera del Jazmín que tuvo lugar en 2011 en los países de medio oriente y norte de África). Con la sensación de que las protestas estaban abriendo espacios de reflexión y discusión, los jóvenes empezaron a corroborar la importancia del actuar ciudadano y vino otra marcha más, ahora el 23 de mayo. Ésta tuvo como punto de origen la Estela de Luz y se dirigió hacia el Ángel de la Independencia y las instalaciones de Televisa Chapultepec para terminar en el Zócalo. Desde ahí se lanzó el pliego petitorio del movimiento, que incluía uno de los principales objetivos: la democratización de los medios, sobre todo en la televisión nacional.
Una semana después, el pliego petitorio se extendió gracias a la realización de la primera Asamblea 132, que estuvo integrada por 15 mesas temáticas y que tuvo lugar en Ciudad Universitaria. En este lugar, el movimiento fijó su postura ideológica y política. Los jóvenes se piensan herederos de las crisis económicas, de los fraudes electorales, de las luchas estudiantiles de 1968 y 1971, de las represiones durante la guerra sucia de los años 70, así como de las matanzas de Acteal y de las protestas de Atenco y Oaxaca. Sin darle mayores vueltas al asunto, #YoSoy132 se declaró estar en contra de la reinstauración del viejo régimen, cuya cara actual es el candidato priista, Enrique Peña Nieto: "No es odio ni intolerancia contra su nombre”, se dijo “sino hartazgo e indignación ante lo que éste representa".

Logros y retos: Una llamada para profundizar la democracia
A nuestro juicio, este movimiento juvenil inaugura avenidas de cambio al hacer aparecer nuevos sujetos en las protestas (estudiantes de universidades privadas), nuevos contrincantes (poderes fácticos como los medios masivos), nuevos espacios de protesta (las calles del afluente barrio de Santa Fe y Ciudad Nezahualcóyotl) y nuevos medios de protesta como las TIC y los mensajes masivos por estos medios secundarios.
El movimiento #YoSoy132 ha tenido, además, al menos cuatro logros específicos. Primero, haber logrado que Televisa y TV Azteca, las empresas televisivas cuestionadas por los jóvenes, hayan transmitido por sus canales de alta audiencia el segundo debate entre los candidatos presidenciales. Segundo, hacer que Enrique Peña Nieto hiciera mayor énfasis en su compromiso por no utilizar formas de gobierno autoritarias ante la disidencia. Tercero, haber logrado que el Instituto Federal Electoral ampliara el tiempo para registrarse como observador de casilla y cuarto, haber organizado un debate entre los candidatos presidenciales con un formato más ágil que los realizados por las instancias oficiales. A este último debate, no acudió Peña Nieto alegando que no veía condiciones de imparcialidad.
Pese a los logros, quedan enfrente muchos retos. El más evidente será encajar con otros movimientos políticos que sean contrarios al PRI como el lopezobredorismo o el panismo. En ello, hay riesgos y ventajas. Otro reto será enfrentar la radicalización de algunos miembros y soportar el asambleísmo, que es típico de cualquier movimiento social. Rebasar estas prácticas va a delinear los contornos de un movimiento que parece distinto a lo que hemos visto comúnmente en las universidades mexicanas. Éste es un movimiento que busca interpelar al próximo presidente de la república, no sólo a la autoridad universitaria.

Mientras el cambio hacia dentro del movimiento ocurre, hay graves riesgos afuera. La represión y hostigamiento a los jóvenes va en aumento. Tras las protestas contra el candidato priista en los estados de Coahuila y Veracruz hubo represión por presuntos miembros del PRI estatal. En Guanajuato, Zacatecas y Morelos también fueron golpeados jóvenes por los equipos de campaña de algunos alcaldes priistas (Reforma, 24/06/12 nota de Jorge Escalante y Héctor González). Las amenazas y denuncias contra miembros del #YoSoy132 y sobre todo, contra el colectivo de la Ibero son recurrentes. A este clima de hostigamiento - que busca coartar libertades política irrenunciables -, se agregó la agresión física por parte de simpatizantes de Enrique Peña Nieto (trasladados en más de 300 microbuses desde el Estado de México) contra miembros del movimiento #Yo Soy132 que desplegaron una manta en forma de playera con el lema “México #132” dentro del estadio Azteca.
Ser hostigado por manifestarse libre y abiertamente es un riesgo que un país como México ya no debería ocurrir. Por ello, el movimiento #YoSoy132, aparte del entusiasmo que despertó y las lecciones que ofrece, también es útil para señalar la imperiosa necesidad de profundizar la democracia mexicana a través de la consolidación de sus principios básicos como la libertad de expresión y la crítica pública y abierta.
Al momento de escribir estas líneas, #YoSoy132 se encuentra realizando asambleas para fijar una postura y delinear una agenda de cara a la elección del 1 de Julio y al eventual resultado de la misma. En la Asamblea del 26 de junio, se determinó realizar una marcha que partirá del Monumento del Coyote al palacio municipal de Nezahuacóyotl, una movilización nacional para el 30 de junio, que se realizará simultáneamente en la capital del país y en diversos estados de la república. Esta marcha, según La Jornada, se mantendrá como un “acto apartidista, pacífico y respetuoso de la ley” (nota de Laura Poy, 27/06/12). También se reporta que el 6,7 y 8 de julio habrá un encuentro nacional de estudiantes en el estado de Morelos.
Pareciera que los jóvenes están pensando en una agenda política amplía e inclusiva que vigile de manera puntual y objetiva al gobierno en turno. De realizarlo, los jóvenes mexicanos estarían dando una lección de inteligencia y democracia. Con su acción y sensatez podrían borrar la caricatura del muchacho revoltoso contracultural que prefiere salirse del sistema para formar su propio universo de placer y de confort. Al igual que los indignados españoles, parece que los jóvenes del #YoSoy132 no pretenden derrumbar “el sistema”, sino transformar uno que aún con sus terribles deficiencias, les otorga la libertad de manifestarse y protestar. ¿Qué rumbo tomará el movimiento en el futuro? Sería apresurado decirlo. Ya ve Usted que aquellas teorías que concebían a los jóvenes como apolíticos y conformistas fracasaron ante la realidad de México.

[1] De ahí el origen del término #YoSoy132, que no es sino un hashtag que se utilizó en Twitter con este propósito.

Referencias
Heath, J. y Potter, A. (2004) The Rebel Sell: Why the culture can´t be jammedCapstone: Londres.
Lipovetsky, G. (2006). Lo sociedad de la decepción. Anagrama: España.
Sosa. L. G. (2012). “Balcanizando la red: el riesgo de las nuevas leyes internet”, Revista Ibero, no. 18, pp. 24-25, febrero-marzo, México.

® Derechos Reservados. Originalmente publicado en Observatorio Ciudadano de la Educación (27 de Junio de 2012)

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